Un gato con capellina se relamía los bigotes, para el escandalo moral de la luna amarillenta.
El gato con capellina deseaba que el sexo fuera mejor que un tazón de leche o que fuera la leche de las leches derramada sobre un lecho de carbonillas y oleos.
El gato con capellina no come ratones
-aunque de buena gana degollaría a Mickey Mousse mientras Minnie se masturba-
prefiere la oreja de Van Gogh y unos browning de marihuana.
Al gato con capellina le gusta soñar bajo la luz de las estrellas.
El gato con capellina creía como Nieztche que la verdad no existe y es el privilegio de la aristocracia que a todo da nombre.
Miau es un simple maullido y no la queja de una amarga existencia.
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