Un derrame de palabras sin sentido. El
lenguaje es fascista, decia Barthes. Desnudar su significado,
arrancarle la piel y somertelas al tumulto. Violarlas, hacer de ellas
carne picada, flor carnivora, agua de rosas, muerte (y la verga del
grumete estremece a las estrellas). Navegar en la incertidumbre de
los signos y la gramatica, guerra civil de la prosa, las manos
acarician las tetillas de una loca encerrada en la parole. Habla como
un cuadro pintado al oleo, subita mentira.
El silencio estremece. Como las luces
rojas el azul profundo de la noche. Como el sentido político de la
duda.
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