lunes, 29 de abril de 2013

faroles en las esquinas


una mirada como la estela de una estrella
siempre seria pasado
una luz a destiempo
un estallido
un universo inconcluso.

Orbitas
cortadas
por una navaja de afeitar
un loco con bombín
corbata moño
un perro andaluz
se pasea frente
a un piano sangrante
una mujer sonora.

mirar con el ojo desnudo
la desnudez
del vacío
ruinas y catástrofes
y andamios alzados hacia las estrellas
lechos con amantes
y las tumbas con flores
viejas con dientes rotos
gatos sobre los tejados
y meadores
en los faroles de las esquinas.

viernes, 26 de abril de 2013

la marica se desvanece


El buen sentido del perverso. Hay un atardecer violeta y se filtran tras las nubes y los techos los primeros destellos de estrellas. Pequeños estallidos iridecentes de viejos planetas consumidos por fuego y hartazgo. Sobre el lecho de enfermo
la marica se desvanece.
Sobre la larga cabellera ceniza la sombra se hace aún más sombría. Oscuridad y luz violeta, estrellas, sol (corre la marica detrás del sol que vuelve y vuelve por a sorprenderlo por su espalda).
Un poeta en Nueva York espía desde el borde de la Quinta Avenida el porte sobrio del cochero. La misma luna ilumina Granada. Y el buen ojo del culo de Allen Ginsberg clama por que den por culo a los buenos maricas de la CIA.
El medico hace su entrada en escena. Guardapolvo intachable, cabello blanco
 -Estudiaremos.
-Explíquele a ellos por favor.
-Y quienes son ellos.
-Mi hija, mi ex mujer y mis dos novios.
Es una pequeña comedia de enredos, la figura del puto en la clínica católica. (Penélope: -La Esperanza, a qué clase de hijo de puta se le ocurre ponerle a una clínica La Esperanza? A un hijo de puta católico).
Caldo de verduras (en el caldero hierven las ultimas tripas de alguien que cayó por curiosidad, espiando a la sudorosa dama de la cofia y el cucharón entre el zapallo y las zanahorias. No tuvo tiempo de explicarse con la fuerza y precisión de un carnicero ella los destripo y vertió sus huesos y vísceras al aceite hirviendo).
El muchacho inflado y amarillo, los ojos desbordando las órbitas  la bilis de una vida insegura. Revienta el hígado, los vasos, mierda y veneno.
Hola señora morfina. Necesito de usted las dulces caricias de una nana que me lleve de viaje allá lejos, donde no hay tiempo ni espacio ni lugar ni color ni luz ni nada que se materialice. Un simple punto oscuro más pequeño que un grano de arroz.  Allí esculpido en letras góticas el Zaratustra de Nietzche.
La marica se desvanece
en prados donde yacen viejos ejércitos perdidos y recuerdos rotos de los desterrados. Pálidos rostros hambrientos con grietas y cicatrices, testigos que aún no han hablado.
Juguetean en el andamio aquellos obstinados constructores de sueños (la eternidad por los astros proclamo August Blanqui con tanta fuerza como la técnica de la barricada).
La marica se desvanece
El sexo de húmedo muchacha el orín los bronceados cuerpos de los hombres de mar. Tejen las manos fuertes del que hila redes puntos precisos y movimientos constantes. Es una escollera, un porro frente al viento frio del mar.
Teje el tejedor la mortaja del anciano y las ropas del recién nacido. Odra en la montaña sus recuerdos de cordillera. Su amante el viento, su odio su némesis su garabato de un tiempo perdido.
La marica se desvanece
El doctor la doctora el enfermero en escena. Tres pinchazos a la medula las lágrimas.
La marica se desvanece.
Se deja ir por un pedazo de almohada hacia un lugar donde todo dolor este perimido. Donde todo recuerdo proscripto todo deseo una estrella fugaz. 

jueves, 4 de abril de 2013

el viejo Verlaine


bajo el sol y acurrucado a orillas del mar
(¡la eternidad!).
duerme en la playa
su sueño de borracho
el joven Rimbaud.
besar su nuca y labios
tragar su semen
licor más potente que el laudano.
brindis de palabras que arden
y descubren el corazón oscuro
de lo que acontece.
sangre
nuestra mascara de guerra
en las calles de la Comuna.
dulce violencia
del viejo Verlaine,
masturbandose enloquecido
alucinado de opio
mientras el tiempo se disuelve.

lunes, 1 de abril de 2013

vaciar botellas


No fue un tango, ni milonga (fragmentos de ella se esparcen en el eter y los espejos).
No fue el producto ni del odio ni del amor.
Quizas allá sido a causa de una tarde gris de otoño, de los arboles desprendiendose de sus hojas sobre calle uno frente al colegio Nacional..
Un té con facturas, una pequeña reflexión sobre el ultraizquierdismo.
Un insulto al Papado.
Pesadez fastidio vacio cha cha cha.
Quizas allá sido la cautivante morena ebria susurrando en protuñol o el joven trotskista elvando a programa sexo y revolución.
O los ojos negros negros penetrantes como el filo de una navaja afilada o una risa interminable y estruendosa o simplemente el paseo del gato sobre las rodillas.
Que se yo.
Pueden ser y no ser tantas cosas.
Puede arrojarse todo al cubo de basura de la nada y empezar de cero.
Vaciar botellas por el simple gusto del vacío el llamado insoportable de la sed.
Puede ser la tristeza del coqueteo con el dolor y con el éxtasis.
La perdida de todo significado.
Incongruencias.
Deletreos morbosos.
Una erección frustrada por el exceso de poesía (como una poesía frustrada por el exceso de erecciones).