lunes, 1 de abril de 2013

vaciar botellas


No fue un tango, ni milonga (fragmentos de ella se esparcen en el eter y los espejos).
No fue el producto ni del odio ni del amor.
Quizas allá sido a causa de una tarde gris de otoño, de los arboles desprendiendose de sus hojas sobre calle uno frente al colegio Nacional..
Un té con facturas, una pequeña reflexión sobre el ultraizquierdismo.
Un insulto al Papado.
Pesadez fastidio vacio cha cha cha.
Quizas allá sido la cautivante morena ebria susurrando en protuñol o el joven trotskista elvando a programa sexo y revolución.
O los ojos negros negros penetrantes como el filo de una navaja afilada o una risa interminable y estruendosa o simplemente el paseo del gato sobre las rodillas.
Que se yo.
Pueden ser y no ser tantas cosas.
Puede arrojarse todo al cubo de basura de la nada y empezar de cero.
Vaciar botellas por el simple gusto del vacío el llamado insoportable de la sed.
Puede ser la tristeza del coqueteo con el dolor y con el éxtasis.
La perdida de todo significado.
Incongruencias.
Deletreos morbosos.
Una erección frustrada por el exceso de poesía (como una poesía frustrada por el exceso de erecciones).

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