lunes, 6 de junio de 2011

derrame de la historia

En la foto veo ruinas, como si fuera una ciudad arrasada por las bombas. Ruinas y cadáveres despedazados, devorados por los buitres, llorados por huérfanos, viudas y hombres desolados, olvidados por siempre en fosas sobre las que se edifican torres de vidrio y acero. Una vez en Parati, al sur de Río de Janeiro, me atrapo una tormenta tropical. Eramos cuatro -la que era mi novia y dos flacos más que paraban en el mismo hotel- caminábamos bajo la tormenta cuesta arriba del morro, el agua caía como un manantial en nuestro pies, nos llegaba casi a las rodillas. Manaba barro y agua copiosos. Era la tierra de un antiguo cementerio de esclavos, era la tierra de los muertos.
Era un derrame de la historia, solo que no nos dábamos cuenta.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Ya tendrán una nueva oportunidad los esclavos insurrectos brasileros de reconstruirse sobre las ruinas de esa monarquía en-cubierta por el reformismo y será la sangre azul de sus verdugos la que yacerá bajo sus piés.

Anónimo dijo...

Y a propósito de ruinas...

Esto (o “Amor en tiempos de restauración”)

2

Sobre viejas ruinas

Todavía quedan esquirlas de viejos cristales por remover, y la primavera aún en brote. Ínfimos puestos en ruinas ofrecían sin éxito resistencia a esta vigorosa fueza vital.

Síndromes anquilosados reptaban aún por los cimientos del nuevo encanto, pero nada había de servible en ellos, por lo que quedaron arrinconados a lo largo de los años, y aunque nunca dejaron de luchar por recuperar sus viejos dominios, la nueva sangre, llena de anticuerpos, los mantuvo a raya día tras día.

Nada ya competía con la sola posibilidad de alcanzar el clímax latente de Esto.