jueves, 2 de septiembre de 2010

el calzoncillo cagado

Y mi héroe. La figura con que yo había soñado atravesar el mundo como una catarata de interrogantes y aventuras, el escritor que había apretado con su puño el corazón de la ciudad, no era más que un viejo desgarbado con una enorme verga colgando. Se toqueteaba y me pedía insistentemente que se la chupara. No me iba a negar a ello. Porque lo admiraba y porque la verga era enorme. Llene mi boca con ella. Saboree los restos de pis. Deje que la leche corriera por la comisura de mis labios. La sonrisa del viejo daba asco, por suerte había peinado una raya grande de cocaína para hacerlo llevadero.
el calzoncillo
cagado
da al ser
una sonrisa
parida del desprecio.
Fue todo lo que se me ocurrió después de verlo. Por eso, preferí escribir sobre su verga.

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