La llamada al teléfono celular nos acerca
Pero no resuelve el asunto.
Es una cercanía imperfecta, amiga mía,
porque igual seguimos lejos
sin saber el uno del otro
más allá de esas cuatro líneas en un mensaje de texto
que siempre me recuerdan que cuento con vos.
Pero no sabes nada del dolor y las nauseas
y la fatiga de los remedios que me tocan tomar.
Y de cómo navego alucinado por mi inconsciente en sueños profundos.
Como yo no se nada de tus deseos maternales,
ni de tus romances.
Ni de que te sucede en esta tarde mientras el sol brilla soberbio.
Yo, observaba la seducción de la chica del mac donalds
que mientras buscaba como llegar a su cita
por el gps del celular lanzaba miraditas
al rubio de traje que pide un cuarto de libra con queso
canchero, ganador, sorbiendo grotescamente una Coca cola.
En la boca del subte una multitud que se pierde
tragada en sus entrañas y el hombre de pelo gris
que habla a los gritos sobre cifras y dólares,
para que todos los escuchen
sobre todo las mujeres vestidas en ajustados trajes de oficina
con sus escotes abiertos y los pezones duros
al escuchar la palabra dinero.
El flirteo de un par de maricas,
un musculoso y un flaco,
que se seducen con la mirada en la avenida
y se pierden en la oscuridad de una calle lateral
para toquetearse en secreto antes de decidirse a cojer.
Cuando cae la tarde
dos chicas gorditas y bonitas
mean borrachas en el garaje de un edificio
mientras hablan con sus novios por celulares
del mismo color que sus bombachas
que están bajadas y dejan ver sus sexos peludos.
Pero la marihuana ya no tiene el mismo efecto
en esta extraña noche estrellada
donde a pesar de tu llamada diciendo que andas cerca
seguimos perdidos.
Y que pienso que jamás nos encontraremos
o todo lo contrario
que todo aquello es el preanuncio,
amiga mía,
de una larga noche extraordinaria.
Y temo quedarme sin credito e incomunicado.
1 comentario:
Ateo te mando un fuerte abraso, Ama
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