viernes, 17 de abril de 2009
El ojo primitivo que nos mira
Ella con su voz débil e irreconocible, me dijo –Cerra el ojo primitivo que me mira. Me quede helado a su lado.-Las tijeras, usa las tijeras para cortar mi frente marchita. Me apoye en el barandal de seguridad de la cama y me puse a llorar. ¿Por qué, porqué?. Me conforté, al menos la demencia tiene poesía. Repetía y ocultaba mi cara para que ella no viera. Dos días después estaba hundiendo mi mano enguantada en látex en la mierda y en la sangre. Sudaba a mares del calor. Poniendo y sacando la chata, protegiendo con pañales a quien me ponía pañales a mí, cuando daba mis primeros pasos como hijo del mundo. Ahí me dije la enfermedad es despótica, triste y huele a mierda y muerte, como la familia y el amor filial. Como el ojo primitivo que nos mira y marchita la frente.
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