lunes, 13 de septiembre de 2010

la vida te da sorpresas

José Luis se sintió un tipo afortunado cuando Sabrina le dijo
-Mira lo mío es simple, para engañar a mi marido, quiero algo superior a él. Si me mostras una pija grande soy tuya.
José Luis se sabia bien dotado. Se bajo la bragueta y dejo colgar un enorme pedazo de carne y venas.
-Bien dijo ella. Y ahí nomás lo masturbo.
(la verga
señor,
la verga,
no me des
amor,
no me des
unos ojos
negros
que hipnoticen
corazones,
dame una linda
verga
que lance
jugos dulzones)
Días después Sabrina invito a José Luis a su casa en la zona de Maswichtz ya que su marido estaba de viaje. Él acepto. Ella lo espero en su consultorio en Palermo y lo llevo en su auto hasta allí. Era una quinta aislada, muy bien instalada. Sabrina se saco la ropa en el living y dejo ver sus pechos operados y su físico de gimnasio que la hacían ver como una pendeja a pesar de sus cuarenta años. El sillón, el piso y los muebles estaban recubiertos de plástico.
-Lo dejo así cuando salgo por el perro, así no los arruina.
-Y porque no lo dejas afuera?
-Porque mientras más conozco a los hombres, más quiero a mi perro.
(perro
perrito
lindo,
ladrando
a la luna
lunita
llena,
es la sangre
de lobo
la que corre
por tus venas)
José Luis se desnudo y Sabrina se abalanzo sobre él. Lo lamió, lo mamó, lo monto. En eso estaban cuando de la nada apareció Carlos, el marido de Sabrina y mientras José Luis hacia su tarea sobre ella, Carlos le voló la cabeza con una pistola. Sabrina grito, los sesos y la sangre le salpicaron la cara.
(si te sorprende
la muerte,
repentinamente,
nunca vas a pensar
en ella.
pero no olvides
que la vida
te da sorpresas.)
-Hijo de puta, tene más cuidado, mírame como estoy.
-Disculpa amor.
José Luis estaba muerto en el piso y mantenía su erección.
-Toma hacelo vos linda.
Y Sabrina se calzo unos guantes de látex, tomo las tijeras de jardín y corto el pene de José Luis de raíz, huevos escroto, todo. Tono, el doberman, que recién entraba en la sala, comenzó a lamer la sangre del piso, ella descarto el escroto y se lo dio al perro. El resto lo puso en un tupper con alcohol. Se lo dio a Carlos que envolvió el cuerpo en una bolsa plástica y lo llevo al sótano, donde estaba la caldera para incinerarlo. (Después lo hago, pensó Carlos mientras se sacaba el mameluco plástico para quemarlo también). Fue al comedor. Sabrina ya había limpiado el desastre y en ese momento pasaba una estopa con desinfectante completamente desnuda. Carlos tomo el Tupper y se dirigió a la cocina. Coloco el pene y los huevos en una mezcla de ajo, verdeo, romero, salsa de soja y aguardiente. Después puso a hervir arroz yamani y puso el sartén a calentar. Dos cabezas de ajo machacadas, manteca y aceite de oliva, cuando calentó el pene en rodajas y lo echo dentro. Un olor dulzón y fuerte se desprendía del sartén. Agrego dos chiles, un poco de salsa de tomate y dejo cocinar por largo rato. Al rato Sabrina bajo a la cocina, bañada y cambiada. Llevaba un vestido negro corto, sin bombacha.
-Te gusta mi amor? Lo compre ayer.
Te queda precioso linda, dijo Carlos.
-Que bien huele eso, era un buen pedazo.
-Si.
Sabrina sirvió unas copas de vino tinto y brindaron. Puso un rato la TV en C5N. Feimann pedía menos garantismo con los menores que roban autos.
-Amor así no se puede vivir, le comento a Carlos que controlaba la comida.
-Necesitamos un puño de hierro contra los negros de mierda.
-Si, respondió la mujer, yo no puedo andar tranquila por la calle.
Al fin Carlos dijo, -la cena esta lista.
Sirvió el estofado por un lado y el arroz rociado con oliva y queso rallado por otro.
-Delicioso este plato, comento Sabrina.
Hablaron trivialidades hasta el fin de la cena. Tomaron café y decidieron celebrar con una botella de champagne Don Perignon. Se dirigieron al living iluminado por la luz tenue de los veladores. Al ratito, Carlos peino dos rayas de cocaína sobre un espejo. La mujer jaló primero, el después. Ella se saco la ropa y se puso en cuatro patas.
-Veni, Toni veni, con mamá. El perro doberman primero lamió la vagina y después la penetro. Carlos miraba mientras peinaba otra raya y bebía champagne.
-Te gusta linda, le preguntaba a Sabrina.
-Si amor, mientras más conozco a los hombres, más quiero a mi perro.

4 comentarios:

tecla dijo...

He vuelto a pasar por aquí.
Qué estraperlo de imaginación.
¿Por qué esa obsesión con el pene y la coca?
Tampoco es para tanto.
Eso sí. El relato espeluznante.

ateo dijo...

es un mal argentino tecla. gracias. te quiero amiga

Langella dijo...

bueno, "si ellos son la patria yo soy extranjero", como decía Charly (antes de la última raya, también, ¿no?). Abrazos.

tecla dijo...

Yo también te quiero Ateo.