miércoles, 29 de abril de 2009

J. Lo.


-Le juro señor que era J. Lo. Como termine ahí y porque no podría explicarlo. Solo sucedió. No deliro, ni sueño, es real. Ella era J.Lo. Y su culo en movimiento era un verdadero monumento al culo y al deseo humano por la carne. Carnalidad pura señor. Si se movía para la izquierda o para la derecha todo temblaba. Sinceramente no se si era el mejor culo, pero era al menos un culo mítico y extravagante ante mi inocente mirada. Lucia tan solo un bombachon rosa y cubriéndole el pecho una remerita corta de apenas disimulaba los pezones duros. Boca carnosa, pelo lacio suelto, ojos gigantes y oscuros. Si señor era J. Lo. No le miento. Se puso en cuatro y levanto su culo al techo. Era de día y todos los rayos del sol lo iluminaban pleno, gigante, obsceno. Unos cráteres y pequeñas estrías le daban al culo humanidad, belleza real. Me pidió que la nalgueara y yo que ni me imaginaba que alguna vez J. Lo. iba a estar conmigo en esa situación, ni lerdo ni perezoso me di a la tarea de nalguearla. Primero despacito, pequeños chirlos a cada lado. Ella pedía más y yo me entusiasmaba señor, después de todo era J. Lo. y su culo el monumento al culo latino, y entonces le daba más fuerte y más rápido y sus cachetes se ponían colorados y sus pedidos eran más insistentes y mi pija que se ponía dura de solo ver esa inmensa luna de carne iluminada por el sol. No aguante y corrí su bombachon rosa y los labios carnosos y mojados de J. Lo. se ofrecían jugosos y mis dedos fueron hacia allá, uno, dos, tres, toda la mano y ella gemía y yo no lo podía creer. Sus ojitos oscuros mirando bajo su vientre y un rabioso -más, quiero más.
Hasta que desperté teniendo a mi novia chupándomela porque la había calentado de tanto manoseo y a pesar de su belleza no era J. Lo. y yo juro que ella estaba ahí señor, aunque usted no lo crea, aunque lo crea imposible. Porque ¿sabe una cosa usted señor? Ella vive en mi cabeza.

1 comentario:

tecla dijo...

A eso le llamo yo hermosos sueños ateo.
Cómo me gustaría ser tu J Lo.
A cambio, tu serías mi negro. Para que me prestes tu boca.
Qué bien escribes Ateo.
Y cómo me alegro de haberte dicho al principio todas las cosas que te dije.