martes, 7 de abril de 2009

Las interpretaciones de la verdad de un burgués pequeño


El hombre es petiso, con voz chillona y un gusto conservador en el vestir. Tiene una calva incipiente rapada al ras, pequeña barriga de vida matrimonial, bigotes bien recortados. Es un típico funcionario empresarial o publico con jerarquía y la soberbia de la posición social. Sino fuera por eso seria una persona intrascendente, de poco lucimiento. Para este hombre la verdad sale del mando.
Pero precisamente es su posición la que le permite al hombre petiso, de voz chillona y gusto conservador, ejercer la soberbia del mando. El hombre manda, carajo, se debe repetir a si mismo por las mañanas frente al espejo y así debe increpar a su esposa porque al fin y al cabo es él quien lleva el sustento al hogar. Para este hombre la verdad sale de los huevos.
El hombre en cuestión es abogado y funcionario judicial. Fue abogado de empresas privadas, pero opto por privilegiar el puesto a buscar privilegiar rápidamente el crecimiento económico. Sin embargo, su oficio, le permitió ganar suficiente como para vivir con tranquilidad. El hombre tiene auto de gran porte y modelo nuevo, colegio privado de categoría para los chicos, semi-piso en Caballito y tetas postizas y botox invertidos en su señora. Para este hombre la verdad es el éxito.
En hombre es público. Si sigue así, en un par de años puede pensar postularse en política. Que importa que se carezca de ideología y de fundamento. Piensa ¿No se ha transformado acaso en buena gestión la administración de la cosa publica? ¿No es el marco de las leyes lo que hay que hacer cumplir para que la sociedad funcione? Pero cuando opina en las reuniones de café o entre amigos y compañeros de trabajo repite lo que escucha de su periodista preferido y preferido por sus amigos y compañeros de trabajo y del señor taxista y del repartidor de diarios – A los ladrones, ni piedad, meter bala. Algo habrán hecho para merecer esa suerte. Hay que mejorar la educación así todo se iguala. Es la ley del más fuerte, la libre competencia, todos somos iguales, pero distintos es una cuestión de suerte y actitud. Siempre hubo pobres y ricos, no se puede cambiar la naturaleza del mundo. Y otras cosas por el estilo. Y todos se dan la razón entre sí sin siquiera dudar un segundo. Para este hombre la verdad es un sentido común.
El hombre que es funcionario judicial esta frente a otro hombre, canoso, buena estampa, aire marcial. Cuello surcado de arrugas pero serenidad y firmeza en sus palabras. Su mirada es fría. Le dice a sus compañeros de mesa que -la función de la ley es crear un marco sistemático y metódico, no hay que frenarse ante nada para obtener los objetivos que uno se ha propuesto. No importa la consecuencia de lo que uno haga. Si gano, yo tengo razón. La verdad, la produce el dinero.
El hombre de la justicia le da la razón. Todo se adscribe a la ley pues entonces no hay nada que juzgar. Para este hombre la verdad es una interpretación judicial.
El mensaje es el medio, dicen. Los vecinos del abogado lo reivindican como un hombre de trabajo y un buen padre de familia. Su esposa como un marido tierno y un padre cariñoso. La otra, la segunda, la que llora a escondidas, decía sobre él que era un amante gentil. Cada tanto iba a misa y era generoso en sus donaciones. Es una gran perdida llorisquean hijos y familiares, es culpa de esos delincuentes que salen de las villas y no se detienen ante nada, le parece a usted le metieron un tiro por robarle la billetera, tenían 16 años, dejaron sus sesos desparramados en la puerta del auto. Mano dura piden los medios y sus compañeros de trabajo y café. Para ellos la verdad tiene que meter miedo.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

buen relato-retrato de tanto funcionario deshumano que puebla el mundo, saludos

tecla dijo...

Son los seres mediocres e insignificantes, los que nada merecen, si les plantáramos cara, otro gallo nos cantaría.
Afortunadamente todos los funcionarios no somos así, y cada vez son menos.
Un abrazo Ateo

ateo dijo...

son la mentablemente la opinion publica. gracias