Me sacudo
-como un elefante mojado-
los restos de un amor
tan viejo,
tan gastado,
que solo
queda el gusto
rancio
y el sabor
a queso
podrido,
de los besos
olvidados.
Rosas rojas
marchitas
en las ventanas
de la ciudad.
Es el recuerdo
efímero,
como una raya
de cocaína.
1 comentario:
Ufffff, Patético.
Saludos cordiales, amigo.
Publicar un comentario