miércoles, 25 de febrero de 2009

Marilu


Ella llego a mi casa con un vestido de colores.
Yo la invite con una cerveza fría.
Le dije
–no te sientas incomoda, no muerdo.
Ella me contesto
-es que yo quiero que muerdas.

El vestido desapareció
y a cambio, sobre su piel morena,
un delicioso tatuaje de mariposas
que moría en su pelvis afeitada,
un piercieng brillante en el ombligo,
su conchita mojada
y su boca sedienta de besos y saliva.

El tiempo voló,
llego de día y se fue entrada la noche.
No recuerdo ni el color de su vestido
ni el de su bombacha.
Lo único que recordaba era la constelación de mariposas
Una luna llena y gigante me sonreía.

Cuando nos despedimos
la acompañe a la parada del colectivo
y me subí a otro
en busca de algo con que intoxicarme
para brindar por esa noche.

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