Mujer hambrienta
no devores mi corazón.
toma de mí lo que quieras.
sentite libre para proceder
al sublime acto
de la destrucción,
alimentada de la furia
de los tsunamis
del terror rojo
del amor iracundo.
bebe del vino y de la sangre
(guarda con ella que es veneno puro)
castrame y echa mis huevos
a los perros callejeros.
deja que en mi culo
depositen su semen los muchachos
(mmmm que rico)
y luego de que me arranques los ojos
y rellenes las cuencas
con tus flores carnívoras
deja mi corazón en paz.
él,
ya no aguanta más heridas.
1 comentario:
Creo haber comentado este poéma amigo.
De no ser asi. Me gusto mucho. Me parece muy logrado.
Ademas, creo que es uno de los poemas que le gustaria recibir a toda mujer.
En el fondo yeguas todas nos gusta provocar heridas jajaja
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