sábado, 16 de octubre de 2010

Hugo Negro, Vandor Blanco

Moyano y el partido sindical.

Hugo negro y Vandor blanco

Facundo Aguirre

Esto es una reflexión en voz alta, que es una de las ventajas que otorga la intervención política en los blogs. Es parte de discusiones a propósito de nuestros estudios e investigaciones con la camarada Ruth Werner. No intenta ser definitivo sino una forma de pensar en voz alta sobre el pasado y el presente de la política argentina.

El Hugo “negro” que espanta a las clases medias arengadas por los multimedios histéricos, es para los partidarios nac & pop de los K, un Vandor blanco que hace posible una convivencia inédita para la historia del peronismo, la confluencia de progresistas, ex jotapé y ex jsp, en el Frente para la Victoria. Sin embargo, ni siquiera Persico que se paseo por el palco del camionero, pareció percatarse que la Lealtad supo ser la bandera de Vandor contra Perón (en 1966 ante el surgimiento alentado por Perón de las 62 organizaciones de pie junto a Perón, Vandor forma las 62 organizaciones Leales a Perón). La comparación viene al caso. Salvando las enormes distancias históricas y políticas de ambas figuras, Hugo Moyano al igual que el Lobo, representa a un sindicalismo corporativo que se considera a si mismo un factor de poder, que se concibe como representación de una dirigencia que encuadra detrás suyo a una fuerza asalariada que busca ser reconocida en las instituciones y la puja distributiva. Obviamente un análisis profundo demuestra que su importancia como factor de poder esta dada por la capacidad de contención de la puja distributiva, de contención de las tendencias a la oposición obrera al capital, de represión interna de la vanguardia de los trabajadores. Moyano, al igual que Vandor, reclama poder para una burocracia enquistada en la cúpula de las organizaciones obreras y su proyecto de “partido sindical” es una continuidad de una tendencia inherente al movimiento obrero regimentado a partir de Perón, que identifica sindicatos y peronismo como unidad. El partido sindical no es el partido de los sindicatos haciendo política independiente sino de los burócratas haciendo política burguesa.

El partido sindical es un componente histórico del peronismo al que Portantiero diseccionaba en tres componentes: sindicatos, barones de las provincias, burguesía nacional. En el origen del peronismo existió el Partido Laborista que era lo más parecido a un partido de los sindicatos que hubo en Argentina. El PL estaba formado por los nuevos cuadros del sindicalismo que habían hecho posible la movilización del 17 de octubre de 1945. El PL sirvió como plataforma electoral de Perón, que una vez que gano la presidencia se dedico a cooptar a sus dirigentes, vaciarlo y perseguir con saña hasta derrotar a los dirigentes que se negaban a aceptar su liquidación por el gobierno peronista como el mítico Cipriano Reyes. Este laborismo no tiene un programa independiente de la burguesía, ni anticapitalista, es una fuerza reformista, la expresión del cambio de las relaciones entre el estado burgués y los sindicatos que se opera bajo el gobierno del GOU y con Perón. Sin embargo, para el bonapartismo de Perón es intolerable cualquier atisbo de independencia de los sindicatos. Los sindicatos volverán a jugar su interna como factor de poder frente a Perón en el Cabildo Abierto de 1951 donde impulsan la candidatura de Evita. Pero va a ser en los tiempos de la resistencia, que va a descansar fundamentalmente sobre las espaldas de la clase obrera y sus organizaciones de base y sobre todo luego de la derrota del Frigorífico Nacional Lisandro de la Torre en 1959 cuando surja el vandorismo como partido sindical, factor de poder, fuerza propia que reclama para sí la representación política del peronismo. El pegar y negociar de la estrategia sindical corporativa, se complementa con el intento de disputarle el liderazgo del peronismo al general en el exilio. En los tironeos de Perón con Vandor, el viejo caudillo le dará aire a todo lo que en el peronismo se encuentra políticamente a la izquierda del metalurgico y el vandorismo representara al llamado neoperonismo que quiere encontrar un lugar dentro del régimen libertador. Es interesante recordar que en aquel entonces la izquierda del peronismo representada por el gordo Cooke se oponía al partido sindical, al laboralismo como expresión política propia de los sindicatos, por considerarlo un producto del liberalismo, una división clasista inaceptable del frente nacional que era el peronismo. Por eso todo lo que estaba a la izquierda del Lobo jugaba con Perón. Más aún para Cooke la burocracia sindical estaba corroída por la influencia ideológica del liberalismo. Para la izquierda peronista la burocracia siempre fue un enemigo ideológico dentro del peronismo, no una fuerza social parasitaria. La izquierda peronista, y los Montoneros posteriormente no van a ser la excepción, se enfrentaran a la burocracia sindical como enemiga ideológica, no como burocracia, no por sus privilegios, ni por ahogar la democracia sindical, sino por no ser una representación genuina del peronismo como fuerza antiimperialista (en su concepción). El trotskismo argentino en la corriente de Nahuel Moreno -y de Posadas- siempre concibió, en oposición a los planteos de la izquierda peronista, que el laboralismo sindical era un paso fundamental para que la clase obrera rompiera con Perón, independientemente del contenido o el signo de su política.

Muerto Vandor (ajusticiado por un comando de la izquierda peronista) se acaba la rabia parecía pensar Perón quien encumbro al desconocido Rucci a la cabeza de la CGT para mantener su control sobre el partido sindical en la etapa abierta por el Cordobazo en 1969. Para enfrentar el ascenso revolucionario de la clase obrera Perón se recostó, después de usar a la jotapé y las OAP para volver al poder, sobre la derecha sindical y política del peronismo. El partido sindical fue el peronismo terrorista de Ezeiza, las Tres A y el pacto social. (Moyano era militante de la JSP y tenia vinculaciones con las bandas fascistas del CNU según se ha denunciado hace un par de años). Muerto Perón y liquidado el Pacto Social, fue aliado del Brujo y recién cuando el Plan Rodrigo estaba haciendo agua por la feroz resistencia obrera el partido sindical se decidió a romper su alianza con López Rega e impulsar la huelga general. Sin embargo, Lorenzo Miguel también fue el primero en sostener a Isabel una vez volteado el plan económico y expulsado el Brujo del poder. En este periodo el peronismo y los dirigentes del “partido sindical” son los responsables de la más terrible derrota que haya sufrido la clase obrera argentina.

Rercordemos que en los 80 el partido sindical intento ser quien reconstruyera el peronismo tras la dictadura (proyecto en que fueron derrotadas abriendo paso a la renovación como intento de socialdemocratización del peronismo) y que fueron los sindicatos quienes ejerciendo la oposición al gobierno de Alfonsín permitieron que el PJ se recompusiera como fuerza política burguesa. En los 90 con el menemismo y en pleno apogeo neoliberal el partido sindical se replegó como tal, permitió la liquidación de las conquistas de los trabajadores, la fragmentación de la base obrera y la entrega de los recursos nacionales a cambio de ser parte del negocio de las privatizaciones. Surge la burocracia empresaria, de la cual Moyano en parte se nutre y el MTA moyanista es la cara visible de un peronismo en la oposición durante el gobierno de la Alianza.

Con los K en el poder el papel de Moyano va a ser fundamental para instrumentar el llamado “modelo”, va a ser quien contenga la puja distributiva. Pero además, sobre todo después de la rebelión sojera del 2008 y la derrota electoral del 2009, la fuerza fundamental sobre la que se va a apoyar el krichnerismo en su crisis junto a los punteros peronistas de la llamada “mazorca” bonaerense. Hoy Moyano con su Corriente Sindical Nacional del Peronismo esta cosechando los frutos de a un gobierno que se aferro a él. Pero a diferencia de la vieja izquierda peronista que veía en el vandorismo la influencia del régimen proscriptivo y del antiperonismo, los nac& pop K encuentran en el Hugo negro, el Vandor blanco al servicio del “proyecto nacional” de servir al imperialismo en la política exterior, de mantener la precarización laboral y de negar a los jubilados el 82% móvil. Pero no se olviden la “lealtad” era la consigna del Lobo contra el General. ¿Hasta donde llega la lealtad de Moyano a los K? Es evidente que el proyecto de Moyano es una de las fuerzas que se perfilan para ser decisivas en el peronismo cuando se entre al post-kirhcnerismo y que el kirchnerismo y los K son aliados de ocasión y no compañeros estratégicos. Obviamente no saldrá indemne de una derrota de los K y sigue siendo la pieza clave para trabajar por una hipotética victoria electoral. A eso responde su desembarco en la interna bonaerense y es posible que ello empuje a los intendentes y punteros tras un Scioli K o del peronismo unificado, para ponerle freno a la ofensiva del “partido sindical”. Lo cierto es que el acto del camionero muestra el agotamiento del kirchnerismo como fuerza aglutinadora de las tendencias que lo constituyen. (Del cual son sus expresiones la crisis con el ala transversal por la posible candidatura de Scioli y los intendentes díscolos del conurbano)

Lo que es cierto es que mientras en River Moyano jugo el papel vergonzoso de un dirigente sindical apoyando el veto del aumento a los jubilados; que de manos de la burocracia dirigente los sindicatos se trasforman en plataforma de la política burguesa aunque se presenten como fuerza política-corporativa.

La lucha por la independencia de clase, es también una lucha contra la burocracia sindical y por la recuperación de las organizaciones obreras para ponerlas al servicio de la lucha de clases y de una política independiente de los trabajadores.

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