Lupe palpo las venas y con los dientes apretados ajusto el cinturón al brazo. La fría punta de la aguja se metió bajo la dermis y encontró la vena. Un poquitin de sangre ingreso en la jeringa. Lupe comenzó a inyectarse de a poco, esa bendita ampolla de morfina. Su cuerpo se desvaneció de repente. Su mente era un galope apocalíptico. Su estado certera mezcla de lucidez y alegría.
Karina lo miraba con bronca. Ella también quería probar y Lupe se lo negaba. –Dale se buenito, si me das te dejo probar mis tetas, le decía Karina a Lupe mientras éste la rechazaba con el brazo.
Un viejo barco atascado.
El 4 y el 6 en la partida de dados.
Una margarita roja haciendo de sol y luna.
La oreja de Van Gogh hablando a los girasoles.
Almejas a la provenzal.
La concha abierta de Karina devorando pequeños e interminables penes.
Un borracho enamorado.
La disolución del tiempo y del espacio.
La proscripción de las formas. Pura esencia.
El big ban.
De repente sintió un baño de baba en su pija. Karina trabajando sobre ella, su enorme culo al techo. Lupe ni deseaba, ni se resistía, contemplaba aquel intento carnal de atesorar un espíritu, un haz de luz, un instante de nada.
Lupe la separo con cariño y le dijo. –Esta bien hermosa. Te voy a dar un poco.
Saco la jeringa de insulina de su envoltorio. Coloco la aguja y la cargo directamente desde la ampolla abierta. Golpeteo la jeringa para sacar las burbujitas de aire, un chorrín al cielo. Tanteo los brazos de Karina y luego de ajustarle el cinto al brazo le hizo el pico. Los ojos de Karina se desorbitaron y el cuerpo se tenso de golpe endureciendo sus negros pezones.
Lupe y Karina se besaron dulcemente. Como en una despedida a las puertas del infierno. Aquel lugar encantador.
1 comentario:
Es excelente. Tan buenos como Fritanga y Callate yegua.
Ilumina la fuerza conceptual de tus relatos. Realmente. Son brutalmente bellos. Hay tanta
crueldad en los personajes. Son tan violentos como salvajemente tiernos. Tan urbanos como el cemento. Tan humanos como se puede...
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