sábado, 7 de marzo de 2009

la cucaracha que no puede caminar

La luna penetra el azul oscuro cielo nocturno.
Es un ojo vigilante.
Casi como la luna del Trumman Show.
Se ha arrogado hace siglos la representación y
el dominio sobre los sueños, los deseos, los amores ,
los suicidios, los desamparados y los conspiradores.
Sorda al reclamo de los borrachos y
anhelante del piropo de los poetas.
La luna es un culo que nos caga un suave elixir de cometas y estrellas.
Soles que estallan y cincelan de caos el universo.

Agazapado como un tigre,
camuflado entre la noche y el verde de los arboles,
huyendo del halo de luces y el sonido.
Ocultándose de la mirada vigilante de la luna.
El ojo de Dios (si este existiera),
aunque podría ser la almohada de un drogadicto en un banco de plaza o
una enorme torta helada para los hambrientos.

Unas tetas grandes y firmes recuerdan la ley de gravedad.
Danzan y desafían el espacio.
Oliendo el perfume del asfalto y las baldosas llenas de tierra y humedad.
El cemento y la planta de los pies son una y la misma cosa.
El aire expirado deja una huella imperceptible de luz,
eructamos estrellas y terremotos.

Repetimos signos y significados.
Damos categoría a esta sombra que proyecta la lámpara sobre nuestras manos.
Damos voz histórica a la pila de cadáveres que sedimenta la tierra.
Damos simbología al caos.
No nos comieron la lengua los roedores,
nuestro alimento es la lengua de los ratones.

Trompetas, trombones, tubas y saxos
Los vientos una caravana de música
De bodas y funerales.
Bebiendo vodka y cerveza junto a los gitanos de Kusturica.
Junto a la cucaracha que no puede caminar
porque le falta, porque no tiene, marihuana para fumar.

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