ueves santo,
la pasión,
descanso del trabajo
-maldita maldición bíblica-
preparo mi espíritu para las festividades.
vino tinto, seguro,
asado, tal vez,
cocaína, que no falte la del Diego,
vamos a tomarnos la mano de Dios.
Viernes Santo,
la muerte,
de resaca y sin dormir.
comer pescado
es el cuningulis matinal
con sabor a orines
a la chica que parlotea sus orgasmos
-¿será un castigo divino?-
solo espero desmayarme y no despertar.
El sábado es una laguna en mi memoria
y un agujero en mi bolsillo.
Domingo,
de resurrección,
fumando cogollo frente al sauce y la ruta,
vomitando la bilis de los días anteriores,
después de haber devorado carne de monaguillo
-me merecia mi huevito de pascua-
el semen de la religión no tiene gusto a nada,
es la nada misma viscosa
inolora
incolora
es como el triste rezo nocturno
del buen rebaño
a las puertas del matadero.
1 comentario:
Es bueno. Tiene actitud. Un recorrido inteligente en las postrimerias de las rutinarias costumbres liturgicas. Una estrella mágica indica que se puede caminar distinto.
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