Prendo el cigarro y un humo denso y la ceniza gris reluciente aparecen.
El anochecer es azul claro, ni una gota de viento, ni una mirada inquieta en las calles de la ciudad proletaria. La ultima brisa del tiempo es el ladrido de los perros bajo la ventana.
El puto sidoso a la espera de los astros.
Un capullo de alelí perfumando las sabanas.
El doctor Freud extrañando la cocaína.
La lengua húmeda de una lesbiana.
Los recuerdos del mar contra las rocas.
El dolor penetrando a la alegría.
El barco ebrio encallando en la memoria.
El amor, es la continuidad del odio por otros medios.
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