La inclusión de la figura de Ernesto Che Guevara en la galería de los patriotas inaugurada en la Casa Rosada, “crispó” a Joaquín Morales Sola, editorialista de La Nación: “Ninguna otra cosa, sin embargo, fue tan divisoria -ni tan explicativa del presente- como la entronización de Ernesto Guevara en el panteón de los próceres latinoamericanos. El "Che" es un mito y no un héroe; al mito se le permiten todas las fantasías que al héroe se le niegan. Guevara fue una persona valiente, pero de una asombrosa frialdad para matar y para hacer matar, para descerrajar guerras civiles y para enfrentar a los hombres y bañarlos de sangre” (La Nación. 26/05/2010). La derecha argentina rechaza la figura del Che por ver en él, el fantasma de la oposición violenta al capital. En lo más íntimo desearían que Ramón Falcón (el represor de las huelgas del Centenario) ocupara el lugar de Guevara.
Por su parte el gobierno K hizo convivir a Guevara, y otras figuras antiimperialistas, con otros emblemas representativos del nacionalismo burgués latinoamericano como Perón, Evita y Getulito Vargas, entre otros. Fue una manera agregar emblemas por izquierda –limando el aspecto subversivo de la propia figura del Che- a su predica de conciliación entre las clases. Una forma de encubrir la miseria histórica de la burguesía nacional, que fue constantemente reivindicada en todos los actos oficiales del Bicentenario.
Guevara contra Kirchner
La posición revolucionaria de Guevara es opuesta por el vértice con la idea central de la conciliación de clases del nacionalismo burgués.
La Revolución cubana demostró que solo el poder de obreros y campesinos puede derrotar al imperialismo. Para el Che en la lucha antiimperialista no cabía la colaboración con las burguesías nacionales. Guevara sostenía que: “Como marxistas, hemos mantenido que la coexistencia pacífica entre naciones no engloba la coexistencia entre explotadores y explotados, entre opresores y oprimidos” (Discurso en la Asamblea General de las Naciones Unidas. 11 de diciembre de 1964). En consecuencia el Che bregaba por la revolución social contra la burguesía nacional: “las burguesías autóctonas han perdido toda su capacidad de oposición al imperialismo y solo forman su furgón de cola. No hay más cambios que hacer; o revolución socialista o caricatura de revolución” (Mensaje a los pueblos del mundo a través de la Tricontinental).
Furgones de cola
Por el contrario, los Kirchner son agentes políticos de la burguesía nacional y, como tales, furgones de cola del imperialismo. Así como el pacto social entre empresarios y sindicatos es una política de Estado, también lo es la colaboración con el imperialismo y el capital extranjero. En septiembre del año pasado la embajada norteamericana le impuso al gobierno K el desalojo de los obreros de Kraft; el pago de la deuda externa al capital financiero presentado como acto soberano o la colaboración directa con la política exterior norteamericana, como en Haití o en las resoluciones judiciales contra del estado iraní.
En el Bicentenario de la Argentina, como en toda nuestra América, la tarea de la liberación nacional y social sigue pendiente, y solo podrá ser conquistada por una revolución que construya el poder de obreros y campesinos. Para plantear una autentica posición antiimperialista la clase obrera tiene que romper con los representantes de la burguesía nacional, como el kirchnerismo, y conquistar su independencia política.
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