Arropada con un vestido de raso negro,
que deja lucir sus duros pezones,
se deja pasear la moral
va de la mano del señor propiedad
con zapatos de cuero italianos
-cuero de sus propias vaquitas-
un sobrio traje nuevo
y camisa de algodón egipcio.
unos perros guardianes
con cabeza de tortuga
que babean su baba
rabiosa
de
muerte.
saludan un sifón de manos de delgadas
huesudas
tristes apretones
de alcurnia y señorío.
sirve las bandejas el señor gobierno
y
-como no podía faltar-
bendicen la ocasión
el filosofo y el cura.
es una celebración de las buenas costumbres.
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